Reseña: Devin Townsend 'Lightwork'

Reseña: Devin Townsend 'Lightwork'

Hace menos de un año que intenté hacer un repaso a buena parte de la discografía de Devin Townsend, un músico por el que siento auténtica devoción, siendo ésta una tarea casi imposible de llevar a cabo sin dejarse muchas cosas en el tintero, ya que la cantidad de trabajos que ha facturado el bueno de HevyDevy es enorme. Un artículo que podéis encontrar en este Madness Zine titulado como “el Alien que vino de Canadá” y en el que no pude incluir mención alguna a “The Puzzle” porque apenas lo había podido escuchar en aquel momento y menos aún a “Lightwork”, disco que salió el 4 de noviembre del año pasado de la mano de InsideOut. Pero con motivo de su inminente visita y por el amor que sentimos hacia el de Vancouver, voy a reseñar este último lanzamiento, un trabajo largo y que en su edición especial contiene dos discos claramente diferenciados y con nombre propio. “Lightwork”, más homogéneo, concebido como álbum principal y el bonus, “Nightwork”, mucho más ecléctico, variado y arriesgado por su dispar contenido.

Hay muchas cosas que me alucinan de Devin, como su personalidad que ha madurado con los años, pasando de esa locura caótica e histérica que se plasmaba en Strapping Young Lad, a su paulatino viaje a la calma y la introspección con gran parte de sus trabajos en solitario. Todo esto sin perder el sentido del humor, una seña de identidad que no deja de arrancar sonrisas desde que inició su carrera. También me alucinan sus entrevistas, donde vislumbramos a una persona sumamente inteligente y brillante, aunque él a veces quiera esconderlo. Pero como consumidores de música, sin duda lo que más me flipa es su avasalladora productividad y creatividad. Y esto, que considero buenísimo, también puede jugarle una mala pasada y me explico... porque lo que voy a escribir será lo único negativo que me leáis acerca del canadiense y, en realidad, no lo considero negativo per se. Bueno, también es muy negativo que este hombre no llene estadios y se le reconozca su genial talento, pero esa es otra historia. A lo que iba, la cantidad de lanzamientos que llega a sacar a la luz hace que a veces nos sintamos abrumados y no podamos seguirle el ritmo. Y quizá eso me llevó a pensar en un principio que “Lightwork” era un disco demasiado denso (más su versión doble) y que tal vez debería hacer mayor criba a la hora de elegir los temas y dejar un poco más de espacio entre trabajo y trabajo. Pues grave error, porque este “trabajo de luz” es un grandísimo álbum. El sr. Townsend está tan por encima de nosotros, es tan de otro mundo, que nada puede aplacar su incesante torrente de ideas y necesita sacarlas fuera y, nosotros, meros mortales, debemos sentirnos afortunados de ser coetáneos de un genio de tal magnitud.

“Lightwork” está fuertemente inspirado o motivado o influenciado -no sabría qué decir- por la pandemia. Por la necesidad de hablar de sentimientos y evocarlos. Sentimientos que por culpa del Covid no pudimos experimentar. Porque el álbum entero se siente como un viaje, una experiencia que se vuelca en inspirar cosas positivas, en reconectar con uno mismo y respirar con calma. Eso sí, vamos a hablar también de “Nightwork”, una heterodoxa colección de canciones en las que da rienda suelta a todo lo que le apetece hacer. Porque si bien hay mucha gente que insiste en que vuelva a reunir a SYL, algo que ya ha dicho muchas veces que no le apetece hacer, en este bonus cd algunos fans van a encontrar cortes donde pueden saciar su hambre de escuchar al Devin más salvaje. “StarCrash pt. 2” -que continua el tema iniciado en “The Puzzle”- “Stampys Blaster” y “Factions” son tres temas donde vamos a encontrar mucha caña. El primero, aunque menos loco que su parte 1, contiene riffs propios del death metal que practicaba antaño y unas melodías oscuras, aparte de la participación de Anneke Van Giersbergen, quien no necesita presentación. De hecho, no es la única, en los dos discos están sus colaboradores habituales de los últimos años, como la mencionada Anneke junto a Ché Aimee Dorval en las voces, Morgan Agren y Darby Todd en la batería o incluso Steve Vai. Y me dejo muchos más músicos que también participan. Pero como decía, la caña es lo principal en estos temas, como en la cortísima “Stampys Blaster”, que no dura ni 40 segundos en los que los coros epiquísimos y la velocidad absurda de los blast beats son los protagonistas, igual que en “Factions”, que rememora las composiciones que podíamos encontrar en discos como “Deconstruction”, aunque con un tono más oscuro.

A partir de aquí, “Nightwork” se convierte en un caja de sorpresas donde te puedes encontrar locuras que sólo pueden salir de la cabeza de un genio, como “Precious Sardine”, una rareza imposible de clasificar con alusiones directas en su letra a la cuarentena que el mundo tuvo que pasar y que abraza de lleno la música electrónica para pasar a sonar casi doom metal; otros temas más calmados y clásicos como la maravillosamente “floydiana” “Sober”, que es una delicia; “Boogus” que tiene un alma retro y me lleva a pensar en Shivaree y su “Goodnight Moon”; o los temas con influencia country o incluso que podrían caber en un disco de Casualties of Cool, como “Yogi” con un final a lo The Beatles pero pasado por su épico filtro o “Carry me home” que es bastante romántica y melancólica. Igualmente podemos encontrar reminiscencias del Devin Townsend más “clasico” en “Hope is the world”, contundente medio tiempo con melodías marca de la casa; y una respuesta a un tema de “Lightwork”, “Children of dog”, que juega a cambiar el título con el anagrama dog/god. En líneas generales, “Nightwork” no está concebido como un álbum al uso y es más bien una colección de canciones probablemente compuestas en distintos momentos, pero si eres fan de este alien canadiense, lo vas a gozar y mucho, por su eclecticismo. Ahora bien, si quieres un disco homogéneo y pensado para que funcione como un todo, hablemos de “Lightwork”...

La portada del gran Travis Smith ilustra perfectamente lo que vamos a encontrar. Es sencilla, sí, pero evocadora en cuanto al gran significado que contiene. Igual que la música que vamos a escuchar. Porque cuando empieza “Moonpeople”, cuyo videoclip por cierto fue grabado en Altea, el ritmo hipnótico de la canción nos anticipa que no va a haber tanta complejidad técnica pero sí un esfuerzo enorme por dar con melodías que nos atrapen y nos emocionen. ¡Y vaya si lo consigue! La sensación de agradable melancolía que te envuelve es maravillosa, aunque cuando gira a momentos contundentes también se siente como mirar a lo desconocido. Sentimientos que hemos vivido fuertemente durante la pandemia. Esa mezcla de perder lo que nos hacía sentir bien y la incertidumbre de no saber cuándo volvería, de buscarlo en nuestra mente. “Lightworker” (la canción) juega con los contrastes y la contundencia, incluyendo elementos familiares como esos toques circenses, que de alguna manera hace que me resulte muy emotiva.

Los ritmos hipnóticos continúan en “Call of the void”. Guitarras cristalinas con reverb/echo, tan clásico de Townsend, que crea unas melodías bellísimas. Sin duda uno de los puntos álgidos de “Lightwork”, una canción que llama a la calma y que crea un sentimiento tranquilizador en el que una media sonrisa y una lágrima se entremezclan. Por cierto, aunque es un disco que puede escucharse en cualquier momento (quizá más para viajar como ponía en el “Perdition City” de Ulver...), sí recomiendo la utilización de auriculares para escuchar cada detalle que Devin cuela y como su producción se adapta a los distintos elementos que utiliza para crear las canciones. Por ejemplo en “Equinox”, encontramos un aire más electrónico, que roza el pop más ambiental en su esencia pero sin olvidar la contundencia y la épica habitual de este gran aficionado a las marionetas (Ziltoid approves!!). Hablando de electrónica, “Dimensions” lleva mucho rollo electrónico, aunque más kraut, pero un kraut salido de la mente de un músico que siempre va a sonar personal y potente, y que tras usar bastantes voces agresivas (algo no muy habitual en “Lightwork”) gira a voces más melódicas creando un ambiente espacial, cuela un solo de guitarra loquísimo y finaliza, para los más metalheads, con un ritmo bastante SYL.

Que Strapping no va a volver lo tenemos que aceptar ¿ya es hora, no? Porque siempre hay fans cazurros (perdón...) que no aceptan que los auténticos dueños de sus creaciones son los artistas y precisamente a Devin Townsend no se le puede exigir nada, porque material crea constantemente y para todos los gustos. Lo que no se ha marchado del todo en este último trabajo, aunque sea más sencillo en líneas generales, es su elemento proggy, y lo encontramos en “Heartbreaker”. Un corte rítmicamente cambiante, en contraste con lo que nos había presentado hasta ahora y que lleva la sonoridad espacial/sci-fi un paso más allá, siendo ideal para un videojuego o peli del espacio. Igualmente “Celestial Signals” podría hacer las delicias de los que echan de menos el sonido de “Addicted”, porque encajaría perfectamente en dicho álbum. Épica como ella sola, aunque muy melancólica, tiene momentos grandiosos con los coros y los teclados que la hacen sonar realmente celestial.

Ya finalizando encontramos “Heavy Burden”, quizá el corte más raro del álbum por la utilización de las voces, con momentos teatrales, pero nunca exento de contundencia, al contrario que “Vacation” que podría ser un corte ideal para Casualties of Cool, con su aire country/pop y ese rollo 60´s en los teclados. Y cierra “Children of god”, el tema más largo de todo el trabajo. Y tengo que decir que es perfecto como despedida, porque suena a final de una película, a esa gran canción que resume los sentimientos vividos tras una aventura grandiosa en lo que a emociones se refiere.

“Lightwork” es un disco que crece tras cada escucha. Muy luminoso y seguramente necesario tras la pandemia. Catarsis para Devin y para nosotros. Etéreo, espacial por momentos, este álbum, como bien ilustra la portada, es el faro que nos guía emocionalmente, o más que el faro, la luz de una estrella en el firmamento que guía a los marinos (nosotros) en un viaje en busca de sentimientos antaño conocidos. Un disco que pasa de temas de escala íntima y calmada a momentos casi cósmicos y que hará las delicias de quienes buscamos al Devin Townsend más centrado en los sentimientos positivos. Porque esa luz que nos guía tiene nombre propio y nació en Canadá y su estrella es tan brillante que nos deslumbra en sus directos cada vez que nos visita y yo que vosotros, no perdería la oportunidad de verlo en vivo, porque de sonrisas, lágrimas y mucha calidad van sobrados sus conciertos.

DEVIN TOWNSEND VUELVE A LA CARGA CON LIGHTWORK

Jueves 16 de marzo 2023
Sala Razzmatazz 1 (Barcelona)
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Viernes 17 de marzo 2023
Sala La Riviera (Madrid)
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Aquí puedes ver más información.

2 Comments

    • Avatar
      Jesús
      mar 13, 2023

      Yo, sin ser tan seguidor de Devin como tú, pero también muy seguidor desde hace muchos años, lo que he ido percibiendo (y es cuestión de gustos) es un viaje gradual hacia la intrascendencia musical....en mi opinión, Epicloud, que fue un grandísimo disco, inicio la fórmula que con ciertas variantes ha mantenido Devin hasta hoy, perdiendo fuelle dicha propuesta disco a disco, e incluso cierta identidad musical que aportaban los miembros de DTP, y que ahora, aunque suplidos por musicazos de sesión, hace que tanto Empath como Lightwork suenen a lo que es Devin hoy en día, un artista conceptual en solitario. Como digo, estoy en un plan con Devin de "quiero querer".... De "me duele bajarme del barco" después de una vida, pero he de reconocer que me aburre, y he de reconocer que me compré (además de todo lo anterior) "Transcendence" y "Empath" y no les he dado una escucha más allá de los primeros 15 días..... Lightwork de momento no forma parte de mi colección, sencillamente no me llega. En lo personal y como fan en cierta medida, espero un cambio en el proyecto, y una nueva propuesta que seguro que este genio se sacará en algún momento.

      • Avatar
        Miguel Fernández
        abr 10, 2023

        Hola Jesús. Lo primero, gracias por tu comentario tan bien razonado, así da gusto. Decirte que entiendo lo que comentas y hasta cierto punto lo comparto. Lo que comparto al 100% es que efectivamente Devin ya es una artista conceptual en solitario tal cual, toda la razón. Pero creo que lo lleva siendo mucho tiempo, incluso en los tiempos de DTP, ya que los miembros de ese proyecto aportaban, pero más hacia la última época, porque al principio tenían "miedo" de proponer ideas, según les escuché en una entrevista. En cualquier caso, para mí Devin no es infalible, hay disco como "Ki" que no me gustan y creo que la respuesta a lo que tus argumentos la doy en mi reseña: saca demasiado material. Eso hace que haya discos que no lleguen o directamente ni escuchemos (sigo sin darle a The Puzzle por ejemplo...). No pasa nada por bajarse del carro del nuevo material, siempre nos queda SYL y mucho de su trabajo en solitario o con DTP (o band) y quizá en el futuro te reconcilies con sus nuevos trabajos. Yo insisto, "Lightwork" gana con las escuchas, dale una oportunidad que tiene grandes canciones y si sigues sin conectar con el disco, no pasa absolutamente nada, como digo, material tenemos para elegir! Muchas gracias por comentar.

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