Reseña: Soen 'Memorial'

Reseña: Soen 'Memorial'

Qué malos son los prejuicios y las opiniones formadas con sólo un esbozo del producto final, y qué bueno es darle una segunda oportunidad a bandas que, tras una opinión subjetiva, a veces enterramos en el olvido. Porque eso me pasó con Soen hace ya una década más o menos. Y realmente no era culpa de ellos o su música, sino de mi enfado con la marcha de Martín López de Opeth y de lo “intensitos” que algunos fans de Tool llegan a ser.

 

Cuando el batería uruguayo dejó de formar parte de las huestes de Akerfeldt y cía. me molestó bastante, ya que lo consideraba una parte fundamental del sonido de los -en mi opinión- mejores discos de los suecos. Y qué deciros cuando Peter Lindgren se marchó, ya di a Opeth por muertos (de nuevo ideas preconcebidas muy equivocadas...). La cuestión es que cuando Martín anunció que volvía a la música con Soen, tenía muchas expectativas puestas en el proyecto, teniendo en cuenta que le acompañaba Steve DiGiorgio al bajo, pero cuando escuché “Cognitive”, su álbum debut, ya terminé de cabrearme del todo. El parecido con Tool era indiscutible y eso no me gustaba en absoluto. Lo peor de todo es que, paradojas de la vida, Tool me encantan. Aenima es de mis discos favoritos y para mí está entre los mejores discos editados en los '90, pero en la primera década de los 2000, tenía conocidos que pasaron a idolatrar a los de Maynard como si de una religión se tratase y consiguieron que aborreciera a la banda. López ya no estaba en una de mis formaciones preferidas y editaba un disco poco original a mis oídos... la “decepció”. La verdad es que fui tonto perdido, porque no les volví a dar otra oportunidad hasta mucho tiempo después.

 

Esa oportunidad llegó con “Lotus” un poco de pasada y de pleno con “Imperial”. “Lotus” lo escuché cuando estaba de visita en Valencia, antes de la pandemia, gracias a un buen amigo, en su coche, circulando por la ciudad de las fallas. No reconocí a la banda que sonaba en los altavoces y, cuando mi pareja, disfrutando de las canciones quiso saber quiénes eran los intérpretes, la respuesta de mi amigo me sorprendió: “son Soen, el grupo del ex-batería de Opeth” (y de Amon Amarth, ojo). No me esperaba ese cambio de sonido tan hacia la elegancia y la exquisitez, no exenta de técnica y agresión sonora. Parece ser que con “Lykaia” en 2017, que no lo controlo mucho, ya habían encontrado su propio camino, pero diría que lo definieron con “Imperial” en 2021, disco que ya sí, pillé con muchísimas ganas y me encantó, siendo uno de los mejores trabajos de aquel año. Y ahora, tras haber escuchado “Memorial” y su paso por el Rock Imperium Festival, estoy deseando verlos en directo.

 

Porque su último lanzamiento es un discazo, la verdad. Es la fórmula mejorada y algo endurecida que nos venían ofreciendo en álbumes anteriores. Han encontrado su propio camino y una manera de hacer canciones que, para algunos puede resultar repetitiva o incluso comercial, pero que a mi criterio -y al de muchos- funciona como un tiro. Y si tienes a unos músicos tan sobresalientes, la banda suena espectacular tanto en directo como en estudio. A pesar de los cambios de formación, especiamente en las cuerdas, el grupo no se resiente y suena increíble, destancando los solos de Coddy Lee Ford, las tareas rítmicas en guitarras compartidas con los teclados de Lars Enoch Ahlund y el muy destacable bajo de Oleksii Kobel, que tiene momentos brillantes. Pero por encima de todo, en Soen destacan dos personas: Martín López, que ya no es el “ex-miembro” de ninguna banda, sino más bien el líder de Soen, donde se encuentra como pez en el agua con los ritmos marcados de medio tiempo con dobles bombos espectaculares y, cómo no, la voz de Joel Ekelöf. Una voz tremendamente agradable, a veces grave y profunda, pero cálida y melancólica, que sabe fluir entre extremos que van desde la ominosidad a la dulzura con una facilidad pasmosa.

 

“Unbreakable”, “Violence”, “Fortress” y “Memorial” desmuestran lo que digo del trabajo de López, destacando todo lo relacionado con los bombos, más imaginativo de lo que a priori uno podría pensar, ya que no es tan fácil encajar esos patrones en canciones con un marcado carácter melódico.  Todos estos temas tienen una estrucutra similar que funciona muy bien. Un inicio muy contundente, (no en vano, este disco es para muchos más duro que trabajos anteriores) y después bajan la intensidad  para que Joel sea el protagonista en las estrofas. A veces más contenido como en “Unbreakable”, otras veces más agresivo como en “Memorial”, donde rasga su voz, en una canción con marcado carácter antibelicista (ojo al videoclip y la tristeza que irradia) y donde López da una lección con sus impresionantes dobles bombos. Pero Ekelöf y Soen siempre “explotan” de manera soberbia y épica en los estribillos, poniéndonos los pelos de punta en muchas ocasiones. La contundencia en “Violence” sigue presente, como no podría ser de otra manera con ese título y donde también encontramos mayor presencia de teclados por parte de Ahlund y cierta aura oscura en las estrofas; y siguiendo esa línea machacona, “Fortress” se anima un poco más, siendo un poco más “heavy” con los solos  de Ford -que como digo está soberbio durante todo el trabajo- y ese final con guitarras dobladas y el doble bombo presente.

 

Mi yo de hace unos años podría haber sentido rechazo con la apertura de “Memorial”, ya que  “Sincere” tiene esa influencia de Tool al inicio, pero ya no me dejo llevar tanto por los prejuicios y además Soen en seguida siguen su propio camino, convirtiendo a este primer tema en un gran comienzo que ya deja ver que su sonido ha encontrado una identidad propia y más enérgica incluso.

Esa energía se muestra claramente en “Icon”, quizás la canción más cañera de este nuevo trabajo y donde encontramos la parte más “enigmática” del disco a mitad del corte, que recupera su rotundo sonido de nuevo en la parte final.

 

“Incendiary” sería la muestra perfecta de la personalidad actual del grupo. Un tema que le pondría a cualquiera que quiera iniciarse en la banda y quiera saber la definición exacta de lo que sus oídos van a escuchar. Y por otra parte, si quisiera convencer a alguien de lo que es buena música con mayúsculas, sin necesidad de que esa persona escuche rock o metal habitualmente, tendría tres opciones clarísimas. La calmada “Tragedian”, con esa voz y teclados y los aires “floydianos” en las guitarras, es una muestra de elegancia y sobriedad muy típica de Soen, muy agradable a la escucha. Pero amigos, contra todo pronóstico, “Hollowed” y “Vitals” me han encantado y con estos temas convecería al menos versado en matería rockera/metálica. En “Hollowed”, que inicia con acústicas, encontramos la colaboración a las voces de la artista italiana Elisa Toffoli de la que, oh sorpresa, yo tengo un disco original que me parece una pasada (escuchad su tema más famoso “Come speak to me” que mola un montón). Como anécdota, decir que ese disco de Elisa me lo compré junto al “Nothing” de Meshuggah y la cara de la dependienta que me cobró era un poema. Pero como decía, sin ser fan yo de las “baladas” o temas similares, “Hollowed” es sencillamente precioso con, de nuevo, un gran solo muy a lo David Gilmour por parte de Coddy Lee Ford. Y cerrando el disco -y la reseña- “Vitals” me dejó con la boca abierta. La triste y melancólica apertura con el piano lo hace ideal para escucharlo un día de lluvia o incluirlo en la banda sonora de una película de esas con las que a veces se nos cae una lagrimilla, pero es que el estribillo me parece acojonante y convierte este último corte en uno de los puntos álgidos del álbum, que igual puede recordarme a artistas jazzeros más “mainstream” como Diana Krall, como a los mismísimos Opeth o Porcupine Tree. Es un cierre exquisito.

 

Soen encontraron su propia identidad hace tiempo. Un camino a seguir que funciona como un elegante reloj suizo, donde la técnica contenida propia del progresivo, la contundencia del metal y las melodías de rock más accesible se conjugan de tal manera que el resultado no puede ser nada más que un absoluto y delicioso placer auditivo. “Memorial” ratifica su poderoso refinamiento de manera soberbia, llevándome a pensar que el ascenso de López y sus compañeros no se va a detener y van a estampar su nombre en muchos y variados carteles con letras cada vez más grandes. Por mi parte, deseando estoy de verlos en sala, con un set list amplio y disfrutando de una mayor cercanía, porque tras lo visto en el Rock Imperium, esta gira promete ser de las que vamos a recordar durante mucho tiempo. 

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